Alguna vez leí por ahí que el saber hace al sufrimiento. Cuanto más sabe uno, tanto más sufre. Yo me atrevo a pensar (actividad dichosa y a la vez desgraciada) que más que eso, el saber nos invita a caminar por la cuerda floja que divide a la locura de la sensatez.
Y honestamente, aún no sé de qué lado quiero estar.
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